El intendente deberá afrontar un periodo de gobernabilidad enmarcado en un contexto de derrumbe económico nacional, que perjudica a las administraciones provinciales y municipales.
Los cuatro siguientes años de la política argentina serán complicados, pero, sobre todo lo son estos dos primeros del gobierno libertario. La crisis económica del país, que se vio muy agravada en los últimos dos meses por las políticas impuestas desde el ministerio de Hacienda, implican un deterioro que afecta también a los estados provinciales y a los distritales.
En Malvinas Argentinas hace unos meses comenzaron a tomar medidas previendo este nuevo panorama que complica a cualquier gestión. Sin embargo, una situación similar a esta no es del todo nueva, porque ya desde diciembre de 2015, cuando Leonardo Nardini recién asumía como intendente tuvo que afrontar gobernar un municipio que políticamente no estaba alineado al estado nacional (Mauricio Macri) y al provincial (María Eugenia Vidal), ambos de Juntos por el Cambio. Sin embargo, a pesar de quedar relegado en algunas cuestiones, como de obras públicas, desde el distrito se la ingenió para seguir adelante con una administración ordenada. Por eso el panorama no es del todo nuevo; la gran diferencia es que la crisis económica de entonces no era tan profunda como la de ahora que, además, no se sabe cuál es el piso de la misma.
Con esas cartas sobre la mesa, Nardini llegará al recinto de sesiones del Honorable Concejo Deliberante para exponer en su discurso la realidad que acontece, con una provincia que en la medida que pueda saldrá a rescatar a los distritos y con una impronta que se impone que es la de ser creativos en este momento del país para que los trabajadores de las administraciones no sean tan perjudicados por el deterioro del salario ante las devaluaciones del peso.
Por otra parte, la obra pública que ha marcado la gestión podrá bajar su marcha, pero no detenerse, porque el municipio encuentra la manera para que la misma se siga desarrollando, más allá de que ahora no esté el apoyo nacional. De hecho, Malvinas Argentinas necesita de las tareas para el desarrollo urbano que se viene dando desde que se dividieron los distritos y que se profundizaron en los últimos ocho años.
En el ámbito legislativo local, no obstante, el jefe comunal dispondrá de un HCD en el que dispondrá de la mayoría, ya que cuenta con 16 concejales de Unión por la Patria, mientras que Juntos por el Cambio dispone de cuatro bancas y la Libertad Avanza de tres.
Es decir que en el concejo Nardini no tendrá inconvenientes para que se le aprueben los proyectos de ordenanza que necesita el distrito. Será labor de la oposición, primero en aliarse, como se supone que hará, y segundo en tratar exponer al oficialismo si algo de lo propuesto no va en sintonía con el beneficio de la sociedad. Además, y no menos importante, el papel como minoría del concejo será presentar proyectos que sean útiles e innovadores para los malvinenses.
En el plano personal, hay que mencionar que luego de su paso por el ministerio de Infraestructura y Servicios Públicos de la provincia de Buenos Aires, en la gestión anterior de Axel Kicillof, Nardini retornó al municipio y comenzó la labor como siempre, sin embargo, estuvo unas semanas ausente por algunos problemas de salud que lo aquejaron. No obstante, el intendente ya volvió a trabajar al ciento por ciento al frente del municipio.
Ahora, se sabe que se viene una época de vacas flacas, pero Nardini ya conoce lo que es pilotar en una tormenta eléctrica. Lo vivió en tiempos de Macri y Vidal, con la diferencia de que ahora el mar está mucho más revuelto que de costumbre en nuestro país.