Precios justos, especulación y góndolas vacías

Las medidas del gobierno para controlar la inflación no son acompañadas por el hábito de algunos proveedores que desabastecen a los supermercados, sobre todo a los de barrio.

Uno de los problemas que más sufre la población tiene que ver con la inflación. Los niveles históricos que se tiene en el aumento de precios de los productos – con un 2022 que casi llega al ciento por ciento – hace que el costo de vida sea cada vez más caro y las penurias por no llegar a fin de mes son más frecuentes y en porciones más amplias de la sociedad.

Con la incorporación inevitable de Sergio Massa en el Ministerio de Economía, el gobierno logró el visto bueno de organismos internacionales de crédito y, de esa manera, frenó un poco el auto que estaba a punto de chocar contra una pared. No obstante, la inflación sigue siendo el tema principal de la economía, sobre todo de la persona que va al supermercado para la compra diaria.

Para tratar de evitar la suba de precios, desde la cartera de Hacienda se relanzó el viejo programa Precios Cuidados, hoy denominado Precios Justos. Con él, a groso modo, el valor de venta de varios productos en góndola (sobre todo los esenciales) se mantienen por algunos meses, tras un acuerdo entre las cámaras comerciales y el gobierno nacional.

Así es que en las grandes cadenas de hipermercados y en los supermercados chinos se aplica este programa con carteles alusivos en los productos que entran en la órbita de Precios Justos. El cumplimiento de esta medida corresponde al Estado (durante la pandemia los municipios se encargaban)

Sin embargo, lamentablemente, en un relevamiento de estos comercios se puede ver cómo en varios de ellos existe escases de productos de Precios Justos. Las góndolas aparecen vacías perjudicando, de esta manera, al consumidor final al que le quedan dos opciones: ir a comprar a otro supermercado o adquirir el mismo producto, pero de otra marca que no está incluida en el programa económico.

Hecha la ley, hecha la trampa dice el refrán. Y los proveedores que especulan están a la orden del día. Ya es sabido que si, por ejemplo, un yogurt con determinadas características entra en el programa, la empresa que lo fabrica y que tiene el convenio firmado con el gobierno puede diversificar el producto, cambiarle algo de su composición (como el peso neto) y así evita que ese nuevo producto caiga en Precios Justos; a su vez, discontinúa la producción del producto que estaba bajo control del gobierno y entonces no aparece en la góndola.

Para darse cuenta de la escases, no solo hace falta un relevamiento; como consumidores somos testigos presenciales de que eso sucede cada vez que vamos a comprar.

Lamentablemente, a este gobierno – y al anterior – no se le cae una idea distinta que tenga impacto directo en aflojar la presión sobre los bolsillos de las personas. Pero también no saben cómo controlar la especulación de los proveedores que se benefician del río revuelto. Por supuesto, los que terminan perdiendo son siempre los mismos, las personas que no llegan a fin de mes y que ven sus salarios cada día más devaluados ante un nivel inflacionario desmedido. Así es muy difícil. (Foto supermercado chino de San Lorenzo y Concejal Tribulato)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *