Política Nacional: De internas o roscas, la película es la misma

Puertas adentro, oficialismo y oposición no son tan diferentes.  Las fuertes internas de los sectores muestran una unidad que puede caer con un soplido.

Cuando se analiza la situación interna que está atravesando, por ejemplo, el gobierno de Javier Milei queda en evidencia la inocultable crisis que existe con la vicepresidente Victoria Villarruel, quien tiene discrepancias que las dejan notar en cada oportunidad que tiene tanto con el titular del Ejecutivo como con Karina Milei, la mujer a la que más escucha el dueño de Conan.

Ya había hecho mucho ruido mediático el alejamiento de la ex candidata a gobernadora por la fuerza mileísta y diputada, Carolina Píparo, al votar en contra de eliminar las jubilaciones de privilegio -en conjunto con Unión por la Patria y Hacemos Coalición Federal- quien ante los ataques de integrantes de La Libertad Avanza había respondido que los liberales “se convirtieron en un enjambre de violentos, ignorantes e intolerantes que defienden lo indefendible y creen que pueden cambiar algo desde un teclado”.

Tan fuerte es la interna que se especula con que la segunda del gobierno ya empezó a llevar gente hacia sus filas y hasta se dijo que podría salirle como competidora a Milei.  La titular del Senado Nacional sufrió varios desplantes (no habría sido invitada al acto en homenaje a San Martín y tampoco a la firma del famoso pacto del que se habría justificado por una fuerte gripe que al otro día le permitió participar de una cabalgata con las temperaturas más bajas del año…). No obstante, si bien solapadamente se diferencia del líder de la Libertad Avanza en todo lo que pueda, lejos estaría de anunciar el rompimiento de la unidad del oficialismo.

Otro escándalo reciente lo protagonizaron personajes menores del sector ante un tema sensible como la aprobación de los fondos reservados destinados a inteligencia.  Allí salieron las diferencias y el Gobierno quedó expuesto nuevamente.  Como para ir tomando nota de la heterogeneidad del sector.

Por la vereda de enfrente

Algo no muy distinto, aunque sí con otros actores y otros problemas, sucede en la oposición. Al peronismo, de ser tan heterogéneo y tan amplio, resulta difícil predecir de qué manera se aglutinará. Por lo general trata de lograrlo, aunque las rispideces sean fuertes y haya heridos en el camino.

Cristina Fernández aparece como la principal líder del sector, aunque ya comienzan a aparecer dirigentes que la cuestionan frente a la tropa. Hay quienes consideran que su tiempo ya pasó, que, si bien puede conducir y será escuchada, se deberían presentar otros actores, hacer una renovación de caras o darle chances a otros que vienen ganando lugar en la política.

Ya se especula con que podría encabezar una lista de diputados nacionales, pero es muy pronto para confirmarlo. Todavía se deben muchas discusiones, roscas y más internas.

Por el lado del gobernador Axel Kicillof están los que quieren posicionarlo como el próximo presidenciable. En 2023 sonó esa posibilidad, la cual por los sondeos que tenía supo que no debía embarcarse en una derrota nacional segura y prefirió seguir en la provincia sabiendo que era más factible el triunfo y que desde allí se iba a tener que reconstruir el peronismo.

Pero hay mucho tira y afloje con La Cámpora. Sobre todo, desde que dijo que si bien “Perón, Evita, Néstor y Cristina son los momentos más gloriosos de nuestro país, hay que darle un carácter de época nuevo» al movimiento que condujeron esas figuras centrales del peronismo y lo comparó con una de esas «bandas de rock que tocan grandes viejos éxitos», por lo que llamó a «componer una nueva, no una que sepamos todos». Eso hace que esté todo mal con Máximo kiirchner, líder de La Cámpora.

Sin embargo, el coche que a Kicillof lo llevó en plena campaña para lograr ser gobernador la primera vez parece que ahora no va con la misma velocidad que antes, es como si funcionara con freno de mano puesto. Por un lado, le reconocen la gestión, pero por el otro le piden más política, en los barrios, con la militancia, con los vecinos y con los dirigentes que fueron candidatos a intendente y que no ganaron en las comunas. Por eso da la sensación de que no crece en ese sentido.

Tampoco hay que desestimar a Sergio Massa –quien al momento de escribirse esta palabras, mantuvo una extensa reunión en el Instituto Patria-, que más allá de que esté ultra callado tras la derrota de noviembre pasado, tiene soldados por todos lados con el Frente Renovador y una base –según sostienen desde el espacio- del 30 por ciento, por lo que saben que la unidad con el peronismo es necesaria, tanto para unos como para otros para no caer en un ostracismo como el que sufrió el radicalismo tras la frustrada incursión de Fernando de La Rúa en el poder. Massa aún sueña con ser presidente algún día.

¿Cuál es la lectura que hacen desde la política local? Leonardo Nardini (quien integró el gobierno de Kicillof en la gestión pasada), intendente de Malvinas Argentinas, afirmó que “es un momento de reacomodamiento, donde algunos compañeros y compañeras cuestionan algunas situaciones, pero el tiempo terminará acomodando todo. No me cabe ninguna duda que de cara al 2027 nos va a encontrar a la gran mayoría juntos para brindar una opción a la gente que hoy se está dando cuenta que se vio defraudada por Milei, porque el ajuste no lo está pagando la casta sino los trabajadores”.

Igualmente, el alcalde de Malvinas Argentinas reconoció la posibilidad de una fractura. “Tal vez en el medio no logremos sintetizar todo, pero lo bueno es que es una elección de medio término, donde se eligen legisladores. El fin principal es buscar otro rumbo de gobierno de cara al 2027, fortaleciendo el ejercicio democrático y no buscando poner palos en la rueda”. Y remarcó que “ese es un tema que ya lo vivimos en el 2015, cuando ganaron Mauricio Macri y María Eugenia Vidal”.

Como se ve las roscas internas seguirán por mucho tiempo, porque lamentablemente los intereses hacia adentro son muchos y todos quieren su parte. Puede darse una renovación en la política con caras nuevas o puede darse una “lavada de cara” sin cambiar nada. No deja de ser una nueva oportunidad, el tiempo de reconstruirse es ahora.

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