La polémica alianza entre Rappi y Worldcoin que preocupa

La falta de regulación, el rol de los repartidores y el uso de tecnologías invasivas ponen en jaque derechos laborales y de privacidad. Sindicatos, expertos y organismos médicos ya avisaron sobre los riesgos.

Una docena de empanadas y un escaneo de iris a domicilio. Gracias a un acuerdo entre Rappi y Worldcoin, ahora se puede pedir el escaneo ocular a domicilio usando la app de entregas, como si se tratara de una hamburguesa o sushi.

Detrás de esta iniciativa, presentada en un restaurante exclusivo de la costanera, se esconde un entramado complejo: desde el uso de datos biométricos sin suficiente regulación hasta la precarización de los trabajadores de plataformas. El servicio, que promete “verificación de humanidad” a través del iris, pone en jaque tanto la privacidad de los usuarios como los derechos laborales de los repartidores.

Desde Worldcoin aseguran que la recolección de datos es segura, anónima y no monetizable. Pero especialistas en seguridad informática y el Consejo Argentino de Oftalmología (CAO) no están tan seguros. El CAO advirtió que estas prácticas no tienen aval médico y podrían comprometer información personal sensible. A diferencia de una contraseña, los patrones del iris son únicos e inmodificables: una vez comprometidos, la identidad de una persona puede quedar expuesta para siempre.

El otro punto crítico es el rol que cumplen los trabajadores de Rappi, quienes estarían encargados de llevar el “orb” (el dispositivo que escanea el iris) a domicilio. La secretaria general del Sindicato de Base de Trabajadores de Reparto por Aplicación (SiTraRepA), Belén D’Ambrosio, denunció que la empresa nunca informó oficialmente a los repartidores sobre esta nueva tarea. “Lo están haciendo de manera arbitraria, como si fuéramos simples piezas de un engranaje. No hay avisos ni consentimiento”, explicó.

Desde el sindicato alertan sobre un posible uso fraudulento de la relación laboral. “Nos quieren llamar autónomos, pero trabajamos bajo condiciones que configuran un vínculo laboral encubierto”, afirmó D’Ambrosio. La dirigente también señaló el riesgo de exponer a los trabajadores a recabar datos de los usuarios sin saber para qué serán utilizados ni bajo qué legislación se protegerán.

Este lanzamiento llega en un contexto complejo: con una economía en crisis, altos niveles de informalidad y un Gobierno que promueve la “libertad de mercado”, las empresas tecnológicas parecen encontrar terreno fértil para experimentar.

Mientras tanto, las críticas se acumulan. Los repartidores, en pie de lucha por condiciones laborales dignas, denuncian que estas iniciativas sólo profundizan su precarización. Y los expertos en privacidad advierten que no hay garantías claras sobre el destino de los datos recolectados. En una época en la que pedir comida desde el celular ya no sorprende, lo que sí genera inquietud es qué derechos dejamos en el camino al hacerlo.

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