Ahora es la guerra en Ucrania la causa de la suba de precios, pero la Argentina hace varios años que está con su propio “conflicto bélico”. Mientras, las personas de a pie tratan de llegar a fin de mes como pueden. “Querés que te cuente el cuento de la buena pipa”, me decía mi abuela cuando niño y ustedes ya conocen el resto… era un cuento de nunca acabar donde siempre me repetía lo último que decía, pero nunca contaba el final del cuento y ese, se supone, era el chiste.Con la inflación, en nuestro país, pasa algo similar.
Con el correr de los días el índice de inflación va en aumento al ritmo de los más altos de Latinoamérica y el mundo, al tiempo que desde los distintos sectores de la dirigencia dicen tener la receta para combatirla, pero no solo no logran controlarla, mucho menos bajarla, sino que aumenta y aumenta.
Así, el cuento se repite.La guerra que se desató en Europa del Este ahora aparece como el motivo principal de la suba de precios, como sucedió con el precio internacional del trigo o con el combustible, ya que Rusia no puede exportar la totalidad de los barriles de petróleo que produce por el bloqueo internacional.Se veía venir, con toda seguridad pesimista, que los dos aumentos al precio de la nafta en España, en tres días, llegarían a nuestro país. Y así fue. El lunes 14 de marzo se autorizó la suba de los combustibles y otra vez fue un golpe al bolsillo que hay que absorber como se pueda.Pero la historia no termina ahí, porque con ése incremento también se encarecen otros productos, sobre todo los de la canasta básica de alimentos.
Esa “canasta” de la que no podemos prescindir porque, sencillamente, fija el límite entre ser pobre o indigente, entre comer dos veces al día o sólo una….Otro de los aspectos en que este contexto inflacionario nos afecta como consumidores es que nunca tenemos claro cuáles son los precios de referencia. ¿O me va a decir que usted cuando compra en el supermercado sabe si lo que está pagando es caro, está en precio o realmente es una oferta?.Por supuesto, este contexto convierte a la televisión en un desfile de economistas que marcan los aspectos negativos del sistema económico actual, que las medidas son apenas paliativas o que directamente “no hay plan”, pero lejos están de dar una solución concreta, ni a corto, ni a mediano y mucho menos a largo plazo… tal vez sólo la crítica les sienta bien y con eso les basta. Y nosotros, los que estamos del otro lado de la pantalla, con el bolsillo vacío, escuchamos pasivamente mientras miramos atónitos como el mismo producto que hoy pagamos 100 pesos mañana sale 120.Hasta el momento las medidas que se tomaron desde el gobierno, como “Precios Cuidados” o inyectar más dinero (“con la maquinita”) en el mercado interno, no dieron los frutos esperados. Además, tiene poco sentido que no estén incorporados al programa los supermercados chinos, sabiendo que hay tantos de ellos en cada barrio. Año tras año, mejor dicho mes a mes, o tal vez semana a semana, el deterioro de los salarios, ante un panorama económico cada vez más complicado y a pesar de las paritarias, es más evidente y peligroso porque nos mete en un círculo cuya salida se desvanece.
Déjà vu pesar de los enojos e impotencia coyuntural, en algún momento uno se pone a pensar en el futuro de éste país, al que está arraigado, quizás con familia e hijos a los que asegurarle el alimento y bienestar. Se trata de ser optimistas ante los números duros, ante ciertas medidas que –poniéndole ganas- puede parecer acertadas. Pero siempre pasa algo y no se puede sacar nunca la cabeza del fondo del agua. Para recordar, la lista suele ser lamentable y larga. Pero es bueno tener memoria para intentar evitar nuevos tropiezos.
Allí aparecen el gobierno radical de Raúl Alfonsín, quizás honesto, pero que terminó con una hiperinflación incontrolable; que luego Carlos Menen logró estabilizar con la Convertibilidad que no fue más que una ilusión de 1 peso 1 dólar y que, tiempo después, estalló por los aires con Fernando de la Rúa y su “megacanje” aggiornado con un corralito financiero. Luego, en la época de Néstor Kirchner, se supo aprovechar el valor internacional de la soja para que crezca la economía y se desendeudara al país. Pero no se tuvo muñeca para manejar la siempre presente y acechante inflación que volvía lentamente para, después, tornarse en un crecimiento constante generando un déficit fiscal que fue incrementándose para que llegara el “mejor equipo de la historia” a pergeñar una nueva ayuda internacional que nos dejara nuevamente a tope del ránking de los países con más deuda externa del planeta…En éstos días, el Presidente de la Nación anunció que comienza la guerra contra la inflación… esperemos que el paquete de medidas se corresponda con una solución real, porque ya son demasiados años de un “conflicto armado” al que recién ahora Argentina le “declaró la guerra”. Esta vez esperamos que las armas sean algo más que una piedra y una gomera, porque ya no tenemos más resto.