Cuando la recaudación es lo único que importa

Emitir multas, pero no disponer de controles para que ello no suceda atenta contra los automovilistas que diariamente circulan por las calles.

Las sociedades mantienen un conjunto de leyes y normas que ayudan a que la vida de las personas sea ordenada y que ninguno afecte al resto con un comportamiento erróneo.

Por ejemplo, las normas de tránsito sirven para ordenar la circulación de vehículos de todo tipo y que no se produzcan accidentes viales.

Respetando esas normas, los choques deberían ser infrecuentes y las multas inexistentes. Sin embargo, gran parte de los conductores (sobre todo los motociclistas y los ciclistas) infringen las normas. Es ahí cuando el estado interviene en su función recaudatoria.

La recaudación estatal se basa en aplicar multas (de diferente grado, según la violación de la norma) a los titulares de los vehículos. La misma puede quedar en el parabrisas o llegar por mail. Luego está en la conciencia del infractor si abona o no la misma.

Pero para evitar que se aplique una multa, el estado debe poner en condiciones todos los elementos que entran en juego en la calle para que los conductores sepan que norma tienen que respetar. Es decir, si un semáforo pasa de un segundo a otro de verde a rojo y una cámara acciona su gatillo, la fotomulta será inevitable porque no le dará tiempo al conductor de frenar antes de cruzar la esquina o pasarla sin ser captado por la misma.

Esas cosas deben preverse. De hecho, se prevén, pero hay que controlar que no suceda eso en algunos semáforos. Lo ideal sería que los organismos gubernamentales de control idóneos se aseguren que los indicadores de luz primero parpadeen cinco segundos antes de pasar al color amarillo y luego al rojo; de esa manera el conductor tendrá el tiempo necesario para anticipar la maniobra.

Otra cosa que sucede es con aquellos que estacionan los autos en la vereda. Ello no está permitido, pero son varios los casos que se ven y no son castigados, al contrario de los que estacionan en la vía pública y no pagan el estacionamiento medido. ¿Quién controla a los que se abusan y utilizan la vereda para aparcar el auto?

Siguiendo con estas falencias fiscalizadoras es de todos los días observar vehículos e incluso colectivos que tienen desgastadas, parcialmente tapadas o caídas sus patentes, lo cual dificulta poder multar a los infractores. Otra vez debemos preguntarnos quién será el ente competente para asegurarse que todos tengan su placa bien visible.

Entonces no está demás analizar la situación y entender que más allá de las normas el estado apunta a la recaudación por la recaudación en sí misma sobre aquellos a los que puede controlar. A los otros, que también los puede controlar, pero no lo hace, se los puede considerar como los “excluidos del sistema” o apelar a la vieja, pero no menos desgastada “viveza criolla”.

Asimismo, el estado debe poner en condiciones todos los indicadores disponibles en la calle para prevenir a los conductores y que estos no cometan infracciones. La señalización tiene que ser clara y no debe faltar donde sea necesaria; los semáforos deben funcionar correctamente; la señalética en el asfalto debe estar siempre marcada; entre otras cuestiones. Incumplir con ello es una multa que debería pagar el propio estado.

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