El miedo, la depresión y la soledad, las nuevas plagas de la pandemia

La cuarentena, estar en casa, sin tener contacto con los seres queridos, lleva a que surjan diferentes estados de ánimo y reacciones en las personas. El análisis de un psicólogo en tiempos de coronavirus. 

El aislamiento preventivo y obligatorio que se impuso en Argentina y gran parte del mundo para controlar el avance del coronavirus, sin lugar a dudas, llevó a que los hábitos y rutinas de la mayoría de las personas se vieran alteradas. Un contexto atípico que engloba a toda la población mundial, lleva a que surjan diferentes estados anímicos y reacciones.

El encierro y el aislamiento comprometen la salud mental de los argentinos y de esta manera el estrés, la ansiedad, el nerviosismo, la confusión y el temor por la situación sanitaria sumada a la lejanía de los afectos, la pérdida del trabajo, la incertidumbre por el futuro y la amenaza de la libertad individual, pueden derivar en trastornos en la forma de proceder ante las cosas cotidianas. El Licenciado en Psicología Daniel Dauria analizó: “La muerte se torna familiar, el temor paralizante y nuestras vidas parecen haber entrado en modo pausa. Por ende la incertidumbre le gana a la razón y tu familia, tu amigos o vecinos son necesarios para sostener tu cordura y tu psiquismo pero a la vez son peligrosos como agentes de contagio. La mayoría de los hábitos y rutinas tal como eran realizados se vieron modificados y con la cabeza en la almohada se sueña más y, por ende, se duerme menos”.

El psiquiatra y filosofo alemán Karl Jaspers dijo que “los humanos empiezan a tener conciencia de sí mismo en las situaciones límites” y por ello los significantes de la época, se filtran en nuestra conciencia y en nuestro inconsciente. En relación a ello, Dauria sostiene que “se toma conciencia de la finitud del ser humano y, en estas circunstancias angustiantes, el inconsciente hace su trabajo para manifestarse durante la noche.

El problema del sueño: pesadilla durante el día y la noche

El sueño no alivia ni repara y el miedo le quita su capacidad simbólica. Intentamos transformar esa pesadilla en sueño, pero no siempre lo logramos y se afianza el insomnio. «El sueño es un proceso natural, que se desencadena al disminuir la activación fisiológica, emocional y mental. La cantidad y calidad del sueño resultan esenciales para un correcto funcionamiento de todo nuestro organismo, principalmente del cerebro y la pandemia, el encierro y el temor atravesaron el psiquismo», agrega el profesional.

La salud mental esta comprometida. Al respecto Dauria asegura que «muchas veces el apoyo profesional es imprescindible, por eso se triplicaron las consultas psicológicas de apoyo y acompañamiento. Hoy la terapia online que venía siendo utilizada para evitar desplazamientos y demoras ya se plantea como  la única opción permitida y nos adaptamos y adecuamos con tal de seguir un tratamiento o arrancar sabiendo que hay alguien detrás de la cámara que nos interpela. No es nada fácil ir a dormir sabiendo que el fantasma de la muerte ronda sediento por las calles, nos quedamos despiertos, no vaya a ser que nos encuentre dormidos».

Fuente:Cronica.com.ar

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